Grosso modo, se puede decir que el girasol es una planta que necesita pocos cuidados ―en dependencia del sitio en el que se siembre―, más allá de que esto no significa que logre realizarse sin nuestra intervención, fundamentalmente al inicio del cultivo.
El agua y la rivalidad de las malas yerbas son dos de los elementos importante que tienen que abordarse en el instante oportuno para evadir pérdidas de desempeño.
Ahora observaremos cómo proteger estos puntos y cuándo llevarlo a cabo.
Riego
El girasol es una planta que necesita enormes proporciones de agua, más allá de que su fuerte sistema radicular tiende a ser bastante para conseguirla en pisos profundos o bien siempre húmedos.
Tiene la característica de que explota bastante superior el agua en el momento en que esta escasea, en tanto que la desaprovecha si tiene abudantemente.
Estas dos peculiaridades hacen que se logre cultivar en secano ―sin riego― en pisos profundos o bien con humedad, aunque el desempeño tiende a ser más grande en regadío.
La más grande demanda de agua se genera desde cerca de una semana tras la aparición de la flor hasta unas un par de semanas tras el desenlace de la floración.
Como regla establecida, es bastante con sostener el suelo húmedo a lo largo de todo el cultivo, y principalmente desde el inicio de la floración, sin sobrepasarse en los riegos, ya que ahora hemos visto que si le sobra agua la desaprovecha.
Abonado
Del mismo modo que sucede con el agua, el girasol es una planta que consume enormes proporciones de nutrientes, más allá de que acostumbra localizarlos fácilmente inclusive en pisos no abonados hace poco, gracias a la enorme hondura y área que exploran sus raíces.
Esto tiene dos lecturas:
– La aplicación de abonos será más esencial al inicio del cultivo y en las capas superficiales del suelo, ya que será ahí dónde las jóvenes plantas tengan sus raíces antes que adquieran todo su capacidad.
– Equiparando entre años es posible que parezca que no responde a los abonados porque de todos modos quita nutrientes que se habían incorporado al suelo bastante antes, y que otros cultivos no fueron capaces de explotar.
Por consiguiente, hablamos de una planta con enorme aptitud para agotar los nutrientes del suelo, fundamentalmente el fósforo (P) y el nitrógeno (K), que aunque en proporción el girasol consume considerablemente más potasio (K), este volverá al suelo si se integran a los restos del cultivo.
ROTACIÓN DE CULTIVOS
Aquí enseñamos exactamente en qué radica la rotación y cuáles son sus virtudes.
Gracias a todo lo mencionado, una práctica muy aconsejable es cultivar el girasol en el final de los ciclos de rotación de cultivos, de manera que aproveche los nutrientes que los precedentes dejaron en el suelo, sin precisar abonar otra vez. Una vez terminado el cultivo, se integran los restos de este y se abona de nuevo el suelo para empezar otro período de rotaciones.
Control de adventicias
El girasol padece la rivalidad de las «malas yerbas» al comienzo del cultivo, antes que la planta tenga la bastante altura y área foliar para proyectar sombra en el suelo y frenar el avance de las adventicias. Con relación a esto último, bajar la distancia entre plantas tiende a ser bueno, ahora que cubrirán antes el suelo, más allá de que hay que hallar la estabilidad a fin de que no se incordien unas a otras.
Por otro lado, en esta etapa inicial las raíces del girasol aún van a ser superficiales, por lo cual compartirán exactamente el mismo estrato de suelo que las raíces de las «malas yerbas», rivalizando por el agua y los nutrientes de manera feroz, con victoria ―como en prácticamente todos los cultivos― de las adventicias, bastante superior adaptadas.
Para inclinar la balanza hacia el lado del girasol, es requisito intervenir desde antes de la siembra, descartando toda la vegetación espontánea que nace en el suelo desvisto, entre otras cosas quemando paja sobre este para evadir eliminar la tierra y reiniciar otra vez el período.
Se tienen la posibilidad de hacer numerosas falsas siembras consecutivas de quema (averiguar autoridades) para remover la mayor parte de las malas yerbas, que de otro modo habrían germinado una vez predeterminado el cultivo.
Cuando las plantas de girasol se han sembrado en el lote, los cuidados relativos a este punto pasan por hacer escardas regulares para sostener las malas yerbas bajo control. Esto hay que repetirlo en tantas ocasiones como sea primordial hasta el momento en que el follaje de los girasoles consigua sombrear el suelo, ya que desde entonces las malas yerbas ahora no van a ser rivalidad.
En enormes cultivos se recurre al empleo de herbicidas ―por ser una solución más «económica» y eficiente―, más allá de que o sea de este modo porque no se están introduciendo en el cómputo los costos medioambientales que suponen estos productos, que además extraen el capital del agricultor a favor de enormes compañías agroquímicas, que acostumbran tener su sede en países extranjeros o bien en paraísos fiscales.